En lo que concierne a las relaciones internacionales, varios países han tenido siempre presente en sus acciones y reacciones La idea-fuerza de “muro”, esto es, la permanente conciencia de amenazas potenciales procedentes del exterior.
Israel o China son un buen ejemplo de esta idea-fuerza. Sus comportamientos dentro de la sociedad internacional, se aprecian incluso en clave simbólica: El Muro de las lamentaciones o la gran muralla, parecen recordar la conciencia constante de “amenaza existencial”.
En el caso de Rusia, el muro se expresa en su peligrosa ausencia, y en kilómetros de frontera que obligan a la reacción explosiva, al liderazgo eficaz y a un glacis geográfico que actúe como alerta temprana. De ahí la reactividad de Moscú ante la penetración de la Unión Europea y la OTAN en el Cáucaso. Hay incluso sensibilidades diplomáticas rusas, que invitan a pensar que ha habido una transmutación y un desplazamiento del telón de acero hacia el Este, esta vez en clave más sutil, tras la caída del muro de la Vergüenza en 1989. A su modo de ver, dicho desplazamiento, sería consecuencia del ansia de expansión de influencia de Washington y Bruselas. Europa, según aquellos, sigue intencionadamente partida en dos.
Las intervenciones en Osetia del Sur en 2008 y en Crimea en 2014, han constituido manifestaciones reactivas contra la argumentada expansión de influencia dentro del glacis moscovita. El caso de Crimea plantea un delicado equilibrio entre los principios de integridad del Estado y de autodeterminación de los pueblos. Concretamente, el argumentario sobre Crimea, su entidad y su anexión en base a ejemplos que recuerdan anexiones o separaciones naturales de territorios (Alemania del Este con el Oeste, Partición de Chequia y Eslovaquia), podría dar fuelle a movimientos independentistas en Daguestán y Chechenia. De hecho, según el presidente de la República Chechena Ramzan Kadyrov, grupos terroristas como Daesh podrían utilizar el sentir checheno de pueblo independiente para desestabilizar el país y ganar influencia en el territorio.
Por Fígaro.
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