La sociedad actual camina hacia la cuarta revolución industrial, aquella que engloba la automatización, los datos masivos y la inteligencia artificial. Todas los sectores se van a ver afectados por esta revolución, entre los cuales el transporte se encuentra en primera línea. Particularmente en las ciudades, donde la intermodalidad y los nuevos modos de transporte se imponen.
Frente a estos avances tecnológicos, que aumentan las libertades de movimiento de los ciudadanos, el gobierno del que formaba parte Soraya Sáenz de Santamaría recibió el apoyo de PSOE, Podemos y secesionistaspara aprobar el Real Decreto-ley 3/2018 que modificaba la Ley de Ordenación de los Transportes Terrestres, en materia de arrendamiento de vehículos con conductor. Como no podía ser de otra forma, el soporte de estos grupos se basaba en la intervención y regulación del número de VTC frente al taxi convencional: una vez más se imponían las teorías socialdemócratas.
El futuro del transporte pasa por los trayectos multimodales urbanos, donde las tecnologías permitirán a los usuarios elegir y pagar, en tiempo real, en una única plataforma una variedad de transportes adaptados a sus necesidades. Esto se traduce en el desarrollo de una aplicación que en función de las prioridades del tipo de trayecto de cada usuario, entre los que se pueden destacar el más rápido, seguro, saludable o que minimice la huella de carbono; se genere mediante un algoritmo multimodal una solución individual que integre autobuses, metros, tranvías, trenes, taxis, VTC, taxi colectivo (Lyft), carsharing, vehículos autónomos, bicicletas o marcha a pie.
Esta integración ya se ha producido en Helsinki, a través del sistema Mass, Mobility as a service, en el que se combinan opciones de diferentes proveedores de transporte en un solo servicio móvil, permitiendo un único pago. A finales de 2016, la compañía Mass Global lanzó la aplicación Whim en Helsinki, ofreciendo tres planes: el primero en el que el usuario paga según el uso de los servicios, el segundo por un importe mensual de 49€ que incluye viajes ilimitados en transporte público local, un máximo de 10 € por trayecto en taxi, un máximo de 49 € diarios por uso de carsharing, así como, el uso ilimitado de bicicletas, mientras que el último de ellos sería el plan ilimitado por 499€ mensuales. A estos planes, existe la posibilidad de añadir un extra mensual por el uso ilimitado de trenes de alta velocidad que es de 50 € ó 100 €, según la zona de desplazamiento. Esta aplicación ya se ha extendido a la región inglesa de West Midlans y próximamente, a las ciudades de Ámsterdam y Amberes.
Previamente, en 2012, se lanzó la primera aplicación de transportes integrados, llamada Transit, que inició sus servicios en la ciudad de Montreal. Actualmente, se ha trasladado a más de 125 ciudades en 12 países, entre los que se encuentran Estados Unidos, Reino Unido, Alemania o Francia. No será casualidad que dicho desarrollo no haya llegado a nuestro país, ya sea por la oposición de todo el arco parlamentario a los nuevos modos de transporte o por el fracaso en materia de integración, como la tarjeta Multi presentada por la actual Comunidad de Madrid.
Frente a la oposición a los VTC, parece que al antiguo Ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, sí que le cautivó la idea del disruptivo Hyperloop, el sistema de transporte de pasajeros y mercancías en tubos al vacío, a más de 1.200 km/hora, ideado por el fundador de Tesla, ElonMusk. Este sistema, abrió su desarrollo a terceras partes, por lo que actualmente, existen varias compañías inmersas en los trabajos de investigación. Una de ellas es Virgin Hyperloop One, con sede en Los Ángeles, con la que de la Serna mantuvo negociaciones para la instalación de un banco de pruebas y mantenimiento, en Málaga, como base para su futuro despliegue en Europa. En esta provincia, además de encontrarse la sede del Railway Innovation Hub Spain, del que forman parte las grandes compañías de ingeniería, construcción civil y fabricantes de sistemas ferroviarios, también se comenzó la construcción de una línea ferroviaria de Alta Velocidad de la Junta de Andalucía. Obviamente, éste es uno más de todos los fracasos en la gestión socialista de la Junta de Andalucía. A la suma de siglas de AVE y EVA, se podría añadir una más, AVA, Alta Velocidad Andaluza, que pretendía unir Antequera y Sevilla, y que tras una inversión de 280 millones de euros, en la construcción de 77 km de plataforma, entre Marchena y Antequera, la Junta de Andalucía abandonó el proyecto. Estas instalaciones ya realizadas servirían como base para la implantación de Hyperloop en España.
Los primeros pasos en materia de transporte del nuevo gobierno de España van encaminados a la prohibición del diésel, lo que se traduce en la prohibición de la propiedad particular, como ocurre en los referentes bolivarianos de la izquierda española. Además, habrá que esperar al pago de las facturas de la investidura del gobierno de Pedro Sánchez para conocer si tiene algo que aportar al futuro del transporte en nuestro país, más allá de medidas cortoplacistas para intentar, por tercera vez, conseguir el apoyo de las urnas que hasta ahora nunca ha obtenido.
Por Fígaro.
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