viernes, 24 de agosto de 2018

En el centenario de Carlos III

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Este año se cumple el tercer centenario del nacimiento de Carlos III (1716-1788), conocido como “el rey de los ilustrados”. Efectivamente, Carlos III ha pasado al imaginario colectivo de los españoles como el monarca impulsor de las grandes reformas del siglo XVIII, quien apoyado en sus eficaces ministros quiso llevar a la práctica el pensamiento de las Luces.
Carlos III ascendió al trono de España tras haber sido rey de Nápoles y Sicilia entre 1734 y 1759, un periodo que le permitió aprender el oficio de gobierno -con sus limitaciones y dificultades- ensayando reformas que más tarde caracterizarían su gobierno en España. De su etapa napolitana quedan no solo la magnificencia de la Reggia di Caserta o del Teatro di San Carlo, sino también el extraordinario legado cultural de las excavaciones de Pompeya y Herculano.

Durante su reinado se produjo un sostenido crecimiento de la población, se afirmó el poder real frente a las intrusiones de la Iglesia (regalías) y se efectuaron sustanciales reformas políticas -como el establecimiento de la Junta de Estado propuesta por Floridablanca, antecedente del Consejo de Ministros-, económicas, educativas, sociales y militares. Muchas fueron las iniciativas ilustradas que recibieron un apoyo directo de la Corona, entre las que podemos destacar la fundación de las
 sociedades económicas de amigos del país, las reformas urbanísticas de Madrid, las expediciones científicas o el establecimiento de las manufacturas reales. Todas ellas encaminadas a elevar tanto el estado material del reino como el estado espiritual, el nivel educativo.En España, el reinado de Carlos III representa de hecho el asentamiento del reformismo como principio de gobierno. Con el brillante precedente de Ensenada en el reinado anterior, fue una extraordinaria nómina de ministros ilustrados -Campomanes, Aranda, Floridablanca (y otros como Olavide, o Jovellanos con sus escritos)- quienes impulsaron con el apoyo decidido del rey un conjunto de reformas basadas en el conocimiento racional del país y en una sincera voluntad de mejora de las condiciones de vida de los súbditos.
Junto a esas grandes reformas en los principales ramos de gobierno se defendió una política exterior ambiciosa -determinada en gran parte por los Pactos de Familia con Francia- que quiso devolver a España su peso en el mundo tras las pérdidas sufridas en el Tratado de Utrecht. Así, tras el fracaso que supuso la Guerra de los Siete Años las recompensas obtenidas en la guerra de independencia de los Estados Unidos repararon la humillación, y el imperio español de las Indias alcanzó entonces su máxima extensión territorial.
En Floridablanca creemos que el patriotismo pasa por el estudio y la divulgación de los mejores momentos de nuestra historia, con rigor y sin apasionamientos. En este sentido, el reinado de Carlos III representa un periodo de capital importancia en la construcción de la España moderna. Es en la obra de los ministros ilustrados del siglo XVIII, y no en el pesimismo del 98, donde debemos buscar las posibilidades de esa España moderna: por la voluntad reformista, por la apelación al racionalismo, por el equilibrio entre tradición y modernidad…
Es cierto que ninguna época está libre de crítica y ningún gobierno está exento de errores. En todo caso, el balance del reinado de Carlos III es en conjunto netamente positivo, por lo que conviene tenerlo presente en nuestra memoria histórica como fuente de inspiración y aprendizaje.
Por todo ello, en Floridablanca queremos sumarnos a la conmemoración de este centenario de Carlos III con una serie de artículos en los que historiadores y ensayistas de prestigio analizarán la figura del rey y diferentes aspectos del reinado, así como los perfiles y las realizaciones de los personajes que bajo el mandato del monarca trabajaron esforzadamente por la modernización y la grandeza de la monarquía hispánica.
Por Fígaro. 

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