1. INTRODUCCIÓN
En relación con el conflicto entre sunníes y chiíes en Oriente Medio, se remite la siguiente valoración.
2. ANÁLISIS
Las dos ramas principales del islam, la sunní y la chií, se separaron como consecuencia del conflicto desatado por la sucesión de Mahoma. Para los sunníes, el liderazgo sigue la línea de los cuatro califas que acompañaron a Mahoma, es decir, Abu Bakr, Omar, Uthman y Alí, primo y yerno del Profeta. Para los chiítas, se usurpó la sucesión ya que debería haber pasado por la familia del Profeta primero, es decir, primero Alí, y después Hussein. El asesinato de Alí y su entierro en Najaf (Irak) así como la muerte en batalla de Hussein en Karbala (Irak) explica la naturaleza sagrada de estas ciudades para los chiítas.
Con el tiempo, la cadena de imanes chiítas se fueron dividiendo en diferentes ramas, como los zaidíes y los ismailíes, siendo finalmente la rama seguidora de los doce imanes la mayoritaria, y convirtiéndose en la religión oficial del imperio Safavida de Persia, en la actualidad Irán. Este hecho es importante, pues ante los ojos de los sunníes más radicales, el chiísmo toma un cariz de enemigo extranjero e incluso no islámico.
Aunque los sunnitas suponen entre el 80-90% de la población musulmana mundial, sienten que están perdiendo poder en Oriente Medio. Los chiítas, mayoría perseguida en Irak en la época de Saddam, ahora ostentan el poder. En Siria, aunque la mayoría de la población es sunnita, el gobierno de Assad, está controlado por los alawitas, que descienden del chiísmo. En Líbano, Hezbollah, que es chiíta, ejerce una gran influencia y control en el país. En Yemen, los Houtíes, provenientes de la rama de los zaidíes, controlan buena parte del país, y la coalición militar sunní aún no les ha podido derrotar. Este escenario es especialmente preocupante para los líderes sunníes de las monarquías del Golfo Pérsico, especialmente Arabia Saudí, en competencia por la hegemonía regional con Irán.
Este enfrentamiento se ve reflejado en el conflicto sirio, donde milicias chiíes y Hezbollah participan apoyando al régimen sirio, enfrentado contra la oposición armada sunní y grupos terroristas como ISIS o Al-Qaeda, que son sunníes.
Este impulso del chiísmo se ha visto favorecido por las divisiones internas en el bando sunní, por ejemplo en Libia, y que toma cuerpo en el apoyo a las facciones pro-Hermanos Musulmanes por parte de Turquía y Qatar, y a la que se oponen Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí.
Por Fígaro.
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