sábado, 25 de agosto de 2018

Thomas Sowell, Filósofo Político “Mondain”

(Foto: Twitter)


No hace mucho se publicó la quinta edición de la obra de Thomas Sowell, Basic Economics. A Common Sense Guide to the Economy. Anteriores ediciones se han traducido al chino, al japonés, al coreano, al hebreo, al sueco, al polaco y al español. Significativamente no al francés. Sin embargo esta obra sería la respuesta anticipada de la actual “guerra tomista” en el campo de la Economía Política: Thomas Sowell vs. Thomas Piketty. El autor americano no cita al francés, pero conocemos su opinión sobre la obra tan publicitada durante el pasado año (el semanario TIME incluyó a Piketty entre “Las 100 Personas Más Influyentes” en un número especial de primavera 2015). Sowell había comentado un año antes: In Thomas Piketty´s highly-praised new book Capital in the Twenty-First Century he asserts that the top tax rate under President Herbert Hoover was 25 percent. But Internal Revenue Service records show that it was 63 percent in 1932. If Piketty can´t even get his facts straighly, why should his grandiose plans for confiscatory global taxation be taken seriously?”. La idea que inspira el mamotreto de Piketty, desde la Introducción hasta la Conclusión, es la “Justicia Social”, concepto vacuo, subterfugio del socialismo y del totalitarismo, una típica y banal, pero peligrosa “unconstrained  vision”.
Sowell, contrariamente a lo que pensarían los “amigos de los negros” -como él mismo ha comentado con ironía- no es socialista, sino liberal-conservador. Es sin duda el más importante economista afroamericano de la historia, y el discípulo más aventajado en nuestro tiempo de Adam Smith (el autor más citado en su libro; más que Marx, pero también más que Keynes) y de la Escuela de Chicago, en cuya universidad obtuvo el doctorado en Economía (1968) tras su paso por Harvard y Columbia. Esta quinta edición de su famosa obra está enriquecida además con un capítulo nuevo (el 23, el más extenso del libro) titulado “International Disparities in Wealth”.
Me interesa destacar su importancia como filósofo político. Algunos intelectuales de prestigio, como el historiador británico Paul Johnson o el escritor norteamericano David Mamet (antes de su conversión “neocon”, uno de los iconos intelectuales del eje progresista New York-Hollywood), lo consideran el más importante filósofo político vivo.
A mi juicio, Sowell es uno de los más importantes pensadores políticos liberal-conservadores de nuestro tiempo, filósofo “mondain” -no académico- como diría Kant dándole un sentido positivo a la expresión. En Estados Unidos, tras la desaparición de Leo Strauss, James Burnham, Allan Bloom, Harry Jaffa, Sowell es el más importante filósofo público o “mundano” en el sentido de que su pensamiento se publica cotidianamente en columnas de opinión política para el gran público, tanto en los medios de prensa de papel como digitales.
Lo peculiar de su biografía intelectual es que recorrió a la inversa el camino de Adam Smith. Si el gran pensador escocés partió de la Filosofía Moral (Política) para descubrir la Economía, Sowell se inició en la Economía para desembocar en la Filosofía Política. Su tesis central a este respecto está en la pequeña obra maestra A Conflict of Visions. Ideological Origins of Political Struggles: “Un conflicto de visiones  es diferente de un conflicto de intereses (…) Los conflictos de intereses dominan a corto plazo, pero los conflictos de visiones dominan la historia (…) Las visiones descansan en última instancia en un sentido de la naturaleza humana –no solo en sus prácticas existentes sino básicamente en sus potencialidades y finalmente en sus limitaciones.”

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A partir de este supuesto, elabora una original distinción entre las visiones “constrained” y las visiones “unconstrained”, que caracterizan dos estilos intelectuales y políticos diferentes a lo largo de toda la historia, de enormes consecuencias para la sociedad. Sowell se identifica con el primer tipo de visión, que tiene entre sus representantes modernos a Thomas Hobbes, Adam Smith, Edmund Burke, los Federalistas (especialmente Alexander Hamilton), etc., llegando a nuestra época con intelectuales como Friedrich Hayek o Milton Friedman.
Como intelectual negro frente a la exaltación ideológica de la “negritud” (del “Black Power” y de los “Black Studies”), y como crítico implacable del racismo, del multiculturalismo, del victimismo, de la “acción afirmativa” y de la “corrección política”, merece recordarse su trilogía Race and Culture (1995), Migrations and Culture (1996) y Conquests and Culture (1998). Pero como secuelas filosófico-políticas de su gran tesis antes mencionada hay que destacar, a mi juicio, The Vision of the Anointed (1996), The Quest for Cosmic Justice (1999), Intellectuals andSociety (2010), e Intellectuals and Race (2013).
Cada uno de sus libros merece una detenida reflexión que obviamente no podemos hacer aquí en el espacio de que disponemos. En su conjunto constituyen un completo alegato intelectual, político y moral contra el progresismo radical en sus diversas variantes ideológicas. Por ejemplo, en una reciente columna, refiriéndose a las izquierdas y las políticas progresistas desde los años 60, escribía: “It might never occur to many of them to check their belifs against some hard facts about what actually happened after their ideas and policie were put in effect. It certainly would no be pleasant to admit, even to yourself, that after promising progress toward “social justice”, what actually delivered was a retrogression toward barbarism”.
Invalidando las absurdas descalificaciones de racismo dirigidas a los que han osado criticar al régimen de Obama, Sowell es el más importante pensador negro contemporáneo que sistemática e implacablemente ha criticado, razonadamente desde posiciones de sentido común y liberal-conservadoras, al primer presidente negro de la historia de los Estados Unidos.
(Foto: Twitter)
Asimismo, Sowell ha cuestionado y refutado con eficaz contundencia las teorías sociológicas liberal- progresistas y marxistas sobre el rol de los intelectuales en la sociedad y en la política  (de John Stuart Mill y los Fabianos, de Lenin y Gramsci, de Karl Mannheim…, y de sus respectivos discípulos contemporáneos) culminando en los presuntos maestros o mentores ideológicos de Barack Obama (Saul Alinski, Frank Marshall, Edward Said, Cornel West, Henry Louis Gates Jr., etc.).
Su ya larga experiencia (tiene en la actualidad 85 años) en las batallas académicas, políticas, y de las “guerras culturales” en las pasadas décadas, le cualifican hoy para ser un referente imprescindible en el debate público sobre economía, libertades, educación, cultura, multiculturalismo, raza, inmigración, terrorismo y los problemas internacionales. Debate público que va a acompañar obvia e inevitablemente a las próximas (de hecho ya presentes, en la fase de las “primeras primarias”) elecciones presidenciales en los Estados Unidos, con la lógica repercusión en todo el ámbito de las democracias occidentales y en sus enemigos estratégicos, externos e internos.
En su última columna, mientras escribo esto, Sowell sugiere la siniestra hipótesis de una especie de “Manchurian candidate” a propósito de la política de apaciguamiento de Obama respecto a los planes nucleares de Iran: “If he is that savvy at home, why is he so apparently incompetent abroad? Answering that quetion may indeed require us to “think the unthinkable”, that we elected a man for whom America´s best interests are not his top priority". 
Por Fígaro. 

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