- INTRODUCCIÓN
En relación con las perspectivas económicas de Irán, se remite la siguiente valoración.
- ANÁLISIS
Con la firma del acuerdo nuclear el 14 de julio de 2015 entre el llamado P5+1 (los cinco miembros del Consejo de Seguridad más Alemania) e Irán, se abrió una nueva etapa en las relaciones del país persa con la Comunidad Internacional.
Naturalmente, el acuerdo ha llevado aparejado un fuerte componente económico. Irán, con sus 80 millones de habitantes y su riqueza en hidrocarburos, es un mercado interesante. Su tasa de crecimiento económico es de las más altas en el mundo, alcanzando el 9,2% en el último año, espoleado por las exportaciones de petróleo, que ya no están sujetas a restricciones.
Su economía está dominada por el sector de los hidrocarburos, la agricultura y los servicios. Destaca también, la fuerte presencia estatal en el sector industrial y financiero.
Irán tiene una gran necesidad de tecnología y capital para nuevos proyectos en multitud de sectores. Los recientes acuerdos con Boeing y Airbus para la compra de nuevas aeronaves, o las inversiones extranjeras en el sector petrolífero y de gas natural, son ejemplo de las oportunidades que ofrece el mercado iraní.
Dentro de los planes económicos del Gobierno, tiene especial importancia el desarrollo de una base manufacturera local y la transferencia de tecnología. Las razones principales son dos: por un lado reducir la tasa de desempleo de una población joven, en la que el 65% es menor de 36 años, y por otro lado, favorecer la inversión internacional pero compartiendo la gestión mixta del negocio.
Para atraer las inversiones, se han propuesto a nivel gubernamental, una serie de rebajas impositivas a proyectos empresariales que van desde la agricultura a la industria, así como garantías de compensación en caso de nacionalizaciones.
A pesar de las oportunidades, es necesario analizar los riesgos de invertir en Irán. El principal es el político, a nivel externo, con la situación de inestabilidad que sufre la región y sobre todo, las posibles consecuencias de una vuelta atrás en el acuerdo nuclear y la imposición de sanciones. Finalmente, otro factor que el inversor debe considerar, es el riesgo de tensión interna, con las diferentes visiones entre reformadores, más favorables al inversor extranjero, y conservadores. Sin embargo, éste es un riesgo menos significativo, pues existe un considerable consenso político con respecto a favorecer las inversiones extranjeras.
Por Fígaro.
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