Los fenicios no habían demostrado inciativas de conquista territorial mientras se dedicaban al establecimiento de colonias comerciales en las costas de España; pero sus parientes y sucesores, los cartagineses, quienes fracasaron en Sicilia contra griegos y luego contra Roma, trataron de compensar su expulsión de esa isla con la conquista de amplios territorios en la Península Ibérica, iniciando la colonización cartaginesa. Una excepción en el comportamiento fenicio, que fue continuada por los cartagineses, es el asentamiento permanente del pueblo llamado libiofenicio en la costa de Málaga, inmigrantes púnicos del norte de África de cuya presencia existen testimonios del siglo VI a.C. Los establecimientos cartagineses y libiofenicios se extendían por toda la costa meridional de Iberia hasta la conquista romana y actuaban como guardianes del Estrecho para impedir el paso y por supuesto el asentamiento a los exploradores griegos. Cartago estableció también, una serie de colonias en la costa meridional atlántica de España y un conjunto de otras colonias en el extremo norte de África y en la costa africana del Atlántico, donde progresaron notablemente en dirección sur.
Junto con los aprovechamientos mineros de la Andalucía interior, de Huelva y de la sierra próxima a Cartagena los cartagineses extendieron su producción y comercio de salazones cuyo producto principal era la muy acreditada conserva llamada garon, famosa en todo el mundo antiguo y especialmente en Atenas. Gádir poseía el monopolio de la pesca, elaboración y exportación de las conservas. A los pescadores gaditanos y sus audaces incursiones por el Atlántico se debe el descubrimiento de las Canarias, la isla de Madeira y las Azores. Fenicios y cartagineses obtenían de un molusco la preciada púrpura y en los campos próximos a Cartagena cultivaban el esparto, que luego servía de base para la exportación de cordelería.
La avanzada agricultura de regadío que admiró a los romanos en Cartazo introducida en el sur de España por los cartagineses que se la enseñaron a los tartesios. Sin embargo la exportación básica de fenicios y cartaginenses fueron los metales, empezando por el cobre, el estaño, el plomo, el oro y la plata. Por influencia oriental a través de Cartago los tudetanos ofrecen abundantes muestras del culto al toro. La cultura púnica influyó, conjuntamente con la griega (de la que también eran portadores los comerciantes fenicios y cartaginenses) en la configuración del arte y la cultura ibérica.
Junto con los aprovechamientos mineros de la Andalucía interior, de Huelva y de la sierra próxima a Cartagena los cartagineses extendieron su producción y comercio de salazones cuyo producto principal era la muy acreditada conserva llamada garon, famosa en todo el mundo antiguo y especialmente en Atenas. Gádir poseía el monopolio de la pesca, elaboración y exportación de las conservas. A los pescadores gaditanos y sus audaces incursiones por el Atlántico se debe el descubrimiento de las Canarias, la isla de Madeira y las Azores. Fenicios y cartagineses obtenían de un molusco la preciada púrpura y en los campos próximos a Cartagena cultivaban el esparto, que luego servía de base para la exportación de cordelería.
La avanzada agricultura de regadío que admiró a los romanos en Cartazo introducida en el sur de España por los cartagineses que se la enseñaron a los tartesios. Sin embargo la exportación básica de fenicios y cartaginenses fueron los metales, empezando por el cobre, el estaño, el plomo, el oro y la plata. Por influencia oriental a través de Cartago los tudetanos ofrecen abundantes muestras del culto al toro. La cultura púnica influyó, conjuntamente con la griega (de la que también eran portadores los comerciantes fenicios y cartaginenses) en la configuración del arte y la cultura ibérica.
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