Existe en Europa un caso paradigmático de éxito que aúna ecologismo y moderantismo. Ese es el caso de Winfried Kretschmann, miembro del partido ecologista alemán Los Verdes y actual presidente del gobierno federal del estado alemán de Baden-Wurtemberg (en adelante, B-W, que el nombre se las trae) tras los comicios federales de 2011, en los que obtuvo una cuarta parte de los sufragios y formó coalición de gobierno con el SPD.
La irrupción de Kretschmann, político veterano (milita en Los Verdes desde 1979 como uno de los fundadores del partido en su región), como presidente de B-W supuso en su momento toda una revolución. La región llevaba casi sesenta años gobernada por la CDU democristiana. Se debe recordar que B-W cuenta con casi once millones de habitantes (Andalucía y Murcia juntas), y constituye junto a su vecino Estado de Baviera el Estado federado alemán con mayor índice de desarrollo económico (su PIB equivale a un tercio del total español y su renta per cápita supera los 33.000 euros). ¿Cómo es posible que en una región donde el paro es particularmente bajo, la renta per cápita muy alta y la calidad de vida muy elevada, el gobierno de la región recaiga en una coalición verdirroja?
La realidad demuestra que, a partir de un determinado nivel de bienestar, la consolidación de una conciencia ecológica activa entre los ciudadanos es incuestionable. El perfil ideológico del propio Kretschmann explica perfectamente cómo alcanzó el 24,2% de los votos en un estado antropológicamente conservador. Krestchmann es un ecologista moderado, centrista y business-friendly (perdón por el anglicismo), católico militante y, al parecer, solícito padre de familia. Con estos mimbres, Los Verdes han conseguido arañar en B-W miles de votantes adscritos en principio a otras sensibilidades, en especial liberales y democristianos.
Kretschmann no es ningún utópico ecologista que desee tirar por tierra todo lo desarrollado en estos últimos dos siglos y retrotraernos a economías pre-industriales. En B-W se encuentran las oficinas centrales de multinacionales como Porsche, Daimler, Robert Bosch, Carl Zeiss o SAP entre otras. El nivel de excelencia técnica y profesional que atesora dicha región es uno de los más altos del mundo. B-W tiene la tercera densidad más alta de Alemania en cuanto a instituciones de educación superior, tres de sus universidades forman parte de las Once Universidades Excelentes alemanas (Heidelberg, Tubinga y Constanza), y la Oficina de Estadísticas de la Unión Europea ha reconocido a B-W por sexto año consecutivo como la región más innovadora del continente. Puede deducirse sin mayor esfuerzo que el votante medio de dicho Estado federal alemán es uno de los más formados de Europa, y por supuesto que no ha decidido tirarse de cabeza a una piscina medio vacía.
El éxito electoral de Kretschmann expresa de manera iluminadora cómo empieza a ser un argumento político de peso en sociedades avanzadas la importancia de la sostenibilidad en toda actividad humana. El ecologismo conservador que representa el presidente federal de B-W desarrolla una visión positiva y novedosa sobre puntos nucleares de la visión liberal-conservadora, como son la propiedad privada, la defensa de la familia, el libre emprendimiento… Es decir, traduce viejas instituciones liberal-conservadoras a un lenguaje político plenamente contemporáneo. De hecho, en Alemania no es descabellado pensar a corto plazo en una futura coalición democristiana-ecologista. Merkel y Kretschmann manifiestan numerosos puntos comunes en aspectos de gran calado (la canciller alemana, por ejemplo, ha aprobado la desnuclearización total de Alemania para el año 2022. Otra cosa es que lo pueda llevar a cabo), y la popularidad de la presidenta parece que le permitirá prescindir de los socialdemócratas para formar mayoría parlamentaria con otra formación distinta.
Tras cuatro años de gobierno, B-W sigue instalada en el pleno empleo, ni una sola de sus grandes empresas se ha marchado a otra región o ha expresado preocupación o malestar con su gobierno regional, los índices de igualdad y prosperidad del land siguen siendo muy notables… Simplemente, hay una mayor preocupación por hacer sostenible el desarrollo económico, paralizándose proyectos que se creían agresivos con el equilibrio de la región. Ecologistas como los miembros del gobierno del Estado han comprendido que la creación de riqueza no es parte del problema medioambiental sino de la solución. Gracias a esa prosperidad y sensibilidad hacia la innovación y la sostenibilidad, B-W destina casi el 4% de su PIB a actividades de I+D+i (triplicando la media española de estos últimos años).
La sensibilidad política eco-conservadora es otro de esos aspectos ideológicos en los que el centro-derecha español tiene que emprender su particular puesta al día. Primero por convicción -no hay nada más conservador que legar un mundo habitable a los que nos sucedan- y segundo por realismo. El ecologismo va adquiriendo cada día un mayor peso específico, e incluso entre el resto de capas de la sociedad la preocupación medioambiental continúa aumentando. En el caso específico del votante joven español, éste se decanta ideológicamente por tres categorías: la progresista, la liberal y la ecologista. Por consiguiente, el centro-derecha español no puede darse el lujo de no atender al potencial votante de corte ecologista.
El ecologismo pragmático es una manifestación política absolutamente armonizable con el desarrollo de un programa político liberal-conservador. Son los regímenes comunistas los que históricamente han mostrado un mayor desinterés por el cuidado del medio natural (ejemplos como los de Chernobyl o el reciente desastre químico del puerto chino de Tianjin dan buena muestra de ello). Superando la política actual basada en el corto plazo y en la defensa de intereses principalmente económicos, el ecologismo plantea nuevos retos y paradigmas para el pensamiento liberal-conservador.
El ecologismo, de hecho, reivindica principios fundamentalmente conservadores como el respeto al entorno, costumbres y tradiciones, el compromiso y la solidaridad comunitaria, la economía colaborativa y la realización personal sin relación directa con la acumulación de riquezas. Sólo desde planteamientos pragmáticos, conservadores y de corresponsabilidad intergeneracional pueden superarse las limitaciones del ecologismo español secuestrado por la izquierda, de tendencia anticapitalista e intervencionista.
Es de vital importancia que el centro-derecha español ofrezca batalla en el debate ecologista. El caso alemán de Baden-Wurtenberg ilustra muy bien las posibilidades de aunar desarrollo económico, innovación y conciencia ambiental. Asumamos como valor propio este ecologismo realista y pragmático que demanda una parte cada vez más significativa de la sociedad.
Por Fígaro.
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