domingo, 18 de febrero de 2018

" Mariano, tiempo muerto "

Hay que fortalecer la comunicación, hay que estar más presentes. Este es el último mensaje que Mariano Rajoy trasladó a los dirigentes del PP y a los ministros del Gobierno tras la debacle de las elecciones catalanas y a la vista de que las encuestas muestran un partido en caída libre. Fue a principios de enero, en un intento de empezar a recuperar pulso e iniciativa política tras meses de embarrancamiento por el conflicto catalán y obstáculos continuos impuestos por su minoría parlamentaria.
Así lo explican en el partido y en el Ejecutivo antes de asegurar que a partir de ahora el esfuerzo se redoblará para resistir, al menos, hasta 2019, año de elecciones municipales, autonómicas y europeas y en el que Rajoy cumplirá ocho al frente de la Moncloa.
Tras el aviso del presidente, los ministros han multiplicado su presencia en los medios de comunicación. Algunos, casi, para darse a conocer. Sus nombres e incluso sus caras, con dos o tres excepciones, no son reconocibles para la mayoría de los españoles.
Procedentes de la élite de la función pública, abogados y economistas del Estado, diplomáticos y magistrados con poco o ningún arraigo en el partido y nulo protagonismo en el debate político, Rajoy los eligió para gestionar pero no para ejercer liderazgo. Las excepciones se cuentan con los dedos de una mano: Soraya Sáenz de SantamaríaCristóbal MontoroLuis de Guindos y María Dolores de Cospedal. Poco más.
Ahora, tras un año de Gobierno en funciones con escaso margen de maniobra y otro centrado casi en exclusiva en batallar contra el independentismo catalán, Rajoy intenta recuperar pulso. Casi a la desesperada, porque las circunstancias no acompañan y apenas hay esperanza de aprobar los Presupuestos.
Los terrenos a explorar ofrecen pocas posibilidades: negociar un nuevo sistema de financiación autonómica, maniobrar para solventar la previsible prórroga por segundo año de las cuentas del Estado o garantizar el cumplimiento de la ley en Cataluña en la muy sensible materia lingüística.
Para los expertos en comunicación política se trata de un último esfuerzo que previsiblemente será baldío. Todos los consultados coinciden en apreciar ya evidentes signos de agotamiento en el mandato de Mariano Rajoy. «Se ha empezado a zozobrar y se tira de burócratas y técnicos», apunta Luis Arroyo, sociólogo y director de Asesores de Comunicación Política. Se trata de una tendencia que se repite cuando los presidentes afrontan su última etapa. En su opinión, es evidente que a estas alturas Rajoy, más que nunca, «huye de los líos» y no quiere que sus ministros los busquen. «Es una muestra de estar quemado: intentar quitarse de en medio y sobrevivir al ralentí».
¿Hasta cuándo? Muy posiblemente hasta mediados de 2019 porque, aun cuando exista la posibilidad legal, no sería imaginable una prórroga presupuestaria por triplicado. En el PP, y también en las fuerzas de oposición, crecen las voces que pronostican un adelanto de las elecciones generales para hacerlas coincidir con las municipales y autonómicas.
«El Gobierno no tiene iniciativas poderosas. Trata de aguantar esgrimiendo la salida de la crisis e intentando contener el problema catalán. Los ministros son unos perfectos desconocidos porque no tienen nada que ofrecer. Hay un claro déficit de liderazgo», añade Arroyo.
David Redoli, sociólogo y máster en Comunicación Política por la Universidad de Georgetown, coincide a la hora de señalar el «bajísimo perfil público» de los miembros del Gobierno. También él cree que el Ejecutivo está «en clave de supervivencia». Una actitud que es especialmente notoria porque el país, en su opinión, debe afrontar temas enormes -pensiones, educación, mercado de trabajo, modelo y financiación territorial, independentismo...- que «necesitarían de muchísimo liderazgo dentro y fuera de España».
Ninguno de los consultados acepta como argumento para justificar el bajo tono político del Gobierno y la falta de conocimiento que tienen los españoles de los ministros el hecho de encontrarse en minoría parlamentaria y tener en consecuencia más dificultades para hacer prosperar las iniciativas.
«Suscitar debates potentes en la sociedad y hacer que la gente tome postura no depende de tener o no mayoría absoluta en el Parlamento. En 40 años de democracia se han hecho muchísimas cosas y sólo ha habido cuatro mayorías absolutas», recuerda Redoli para quien es evidente que asistiremos en los próximos meses a un paulatino y continuo «languidecimiento» del Gobierno. «Hay que dar pedales en la bicicleta, si no se acaba parando y te caes», concluye.

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