Pedro Sánchez accedió a la presidencia del Gobierno gracias a una moción de censura “destructiva”, más que constructiva tal y como obliga la Constitución con la presentación de un candidato, pues Sánchez ni siquiera esbozó un programa de Gobierno. Su única excusa para desalojar al PP del Ejecutivo fue una sentencia que no decía lo que él sostenía que decía. Para ello, como es bien conocido, se apoyó en la extrema izquierda de Podemos, los independentistas y el PNV, si es que se puede hacer alguna diferencia entre los separatistas y los nacionalistas vascos.
En estos once meses -el tiempo que media desde la moción de censura hasta la celebración de las elecciones generales- no es que Sánchez pudiese hacer mucho en materia económica pero sí ha hecho lo suficiente para que la economía se adentre de nuevo en un sendero equivocado: incremento del gasto, subida de impuestos, déficit, deuda y un gran intervencionismo.
El gobierno presentó un proyecto de Presupuestos Generales del Estado que era un auténtico despropósito, incrementando el techo de gasto no financiero en 5.000 millones de euros y del gasto consolidado en 23.000 millones de euros, más una subida de casi 6.000 millones de euros en impuestos. Previamente, había aprobado por decreto la subida del salario mínimo en un 22,3%, con el grave perjuicio que supone para la economía y el paro. En el mes en el que comenzó su aplicación, enero de 2019, casi 205.000 personas perdieron su empleo -tal y como refleja la afiliación a la Seguridad Social- y, con ello, la base mínima de cotización en la misma cuantía. La base máxima la incrementó un 7%.
Sánchez ha enviado ahora a Bruselas la actualización del programa de estabilidad para el período 2019-2022, ya ganadas las elecciones y sin temor a perder votos al desvelar su contenido. Observamos que replica el propósito de subida de impuestos que acompañaba al proyecto de Presupuestos que fue devuelto al Gobierno. De esta manera, cifra en 5.654 millones de euros más la subida de impuestos, donde toca casi todas las figuras tributarias: 4 puntos el IRPF, fijar en un 15% el tipo mínimo medio efectivo de Sociedades, subir 15 puntos el impuesto a las SOCIMI’s, un 31% el diésel un 0,2% las transacciones financieras o un 3% de impuesto para determinados servicios digitales.
Del mismo modo, mantiene la subida de las bases mínimas y máximas a la Seguridad Social, junto con algunas otras medidas en dicha materia. Todo ello con la esperanza de incrementar la recaudación en 3.786 millones de euros.
En definitiva, casi 10.000 millones de euros al año sólo por la subida de impuestos. Siempre es un error subir impuestos, se le suban a quien se le suban, pero es que además es falso que no se los vayan a subir a la clase media, pues las cifras de incremento de recaudación que prevén -tanto por la subida de impuestos como por la evolución de la actividad económica- sólo son posibles si la clase media, que es quien sostiene la recaudación en todas las economías, es la principal afectada.
Así, con el gobierno de Sánchez han regresado los incumplimientos: en 2018, incumplió el objetivo de déficit fijado con Bruselas, en el 2,2%, y cerró en el 2,48%. De la misma manera, estima que para 2019, el presente ejercicio, el déficit será siete décimas mayor que el acordado con Bruselas por el Gobierno del PP, y en lugar del 1,3% de déficit, prevén llegar al 2% de déficit sobre PIB, es decir, casi 9.000 millones más de desviación, casi 9.000 millones más de deuda.
No queda ahí la cosa. Distintos organismos nacionales e internacionales estiman que esa desviación prevista por el Gobierno se queda corta y prevén un déficit del 2,3% del PIB para 2019, según la Comisión Europea y el FMI, o del 2,5% del PIB, según el Banco de España. Esta última desviación supondría un quebranto adicional de 14.500 millones de euros.
Otra cosa es que se pueda cumplir su previsión de recaudación, que llevaría a que, en 2022, sólo por tributos, se recaudasen 95.505 millones más que en 2018. Esa previsión de ingresos está realizada sobre unos crecimientos económicos excesivamente optimistas, con unos incrementos del PIB nominal del 3,9%, 3,6%, 3,6% y 3,5% para cada uno de los años del período 2019-2022, respectivamente; con un crecimiento del PIB real que va del 2,2% al 1,8%, cifra esta última que estiman que será el crecimiento potencial de la economía española, y con un gasto que se incrementa, elemento que dificulta la solución del mayor problema que tiene la economía nacional: el elevado nivel de deuda.
El PSOE ha aumentado el déficit de cada ejercicio respecto a lo acordado con Bruselas por el Gobierno del PP, de manera que eliminan el superávit del 0,1% previsto para 2021. Al retrasarlo -y no como superávit, sino como equilibrio presupuestario- a 2022, la desviación puede ser mucho mayor si estas previsiones de marcha de la economía y de evolución de ingresos no se cumplen, como parece que sucederá.
Adicionalmente, el gobierno ha realizado sus previsiones sobre un escenario base que, como he mencionado, es extremadamente optimista. No han tenido en cuenta la posibilidad real de una subida de tipos al final del período, de una subida del precio del petróleo o de una mayor desaceleración en nuestros socios comerciales, lo que tendría un impacto muy negativo en nuestra economía. Estiman esos riesgos al final del documento enviado a Bruselas, pero no los incluyen en sus cálculos base. Por ejemplo, si los tipos de interés subiesen 120 puntos básicos, se deteriorase algo más la economía de nuestros socios comerciales y el barril de petróleo se incrementase en 10 dólares, el PIB crecería un punto menos, el déficit sería 1,9 puntos superior y la deuda se elevaría en otros 2,9 puntos.
Todo apunta a que el documento enviado por el gobierno a Bruselas no es más que un papel lleno de buenas intenciones, cuadrado por necesidad. Todo apunta a que se desviará de los objetivos fijados, de manera que al incumplimiento inicial ya reflejado en el documento, se le sumaría la desviación fruto de una realidad económica bien distinta de la que plasma el gobierno en su escenario base. Parece que con los socialistas volverá, una vez más, el incumplimiento en los objetivos de déficit y deuda, en grave perjuicio de los intereses de los españoles.
Por Fígaro.
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