El 4 de febrero de 2008, la Policía Nacional detenía en su piso de Berriozar (Navarra) al líder de Herri Batasuna, Pernando Barrena, por integrar una banda terrorista. Durante el registro de su domicilio, los agentes descubrieron que el salón de casa de Barrena estaba decorado con un anagrama de ETA de grandes dimensiones tejido en hilo.
Ocho años antes, en el año 2000, unos pistoleros de ETA habían asesinado a escasos metros de la casa de Barrena al vecino de Berriozar, Francisco Casanova, padre de dos niños pequeños y militar de profesión. Ni Barrena, ni ninguno de sus compañeros de Batasuna han mostrado jamás la mínima solidaridad con la familia de Casanova. Por el contrario, no ha habido año en el que sus asesinos no hayan sido homenajeados en público. La última, el pasado 10 de abril de 2019, cuando el actual alcalde de Berriozar (de Bildu) participó en una carrera solidaria a favor del euskera que incluyó un homenaje a los terroristas que mataron a Casanova.
Diez años después de la detención del líder de Batasuna en Berriozar, el panorama en Navarra no puede ser más desolador. Barrena es eurodiputado de España en el Parlamento Europeo. Bildu (Batasuna) no sólo gobierna Berriozar (con casi mayoría absoluta), sino que lo hace en otras 73 localidades de Navarra (de un total de 272). De hecho, en un total de 16 municipios del norte de Navarra sólo Bildu se presentó a las elecciones, tras haber logrado anular social y políticamente a través del miedo a sus adversarios políticos. La defensora de asesinos de ETA, Amaia Izko, para la que la fiscalía pide 11 años de prisión por colaboración con banda armada, ha sido elegida concejal del ayuntamiento de Pamplona por Bildu. Su compañero de corporación, Joxe Abaurrea, fue el concejal de Herri Batasuna, que en el año 1998 justificó el asesinato del concejal de UPN en Pamplona Tomás Caballero.
El 23 de mayo de 2019, tres días antes de ser elegido parlamentario europeo, Pernando Barrena dijo en una entrevista en el diario El Correo que los terroristas de ETA habían simplemente “vulnerado algún aspecto del Código Penal de turno” y añadió que “hay gente que piensa que debe normalizarse la situación”.
A estas alturas nadie se sorprende de la podredumbre moral y política que simboliza Bildu, no sólo en España, sino en el conjunto de Europa. Sus líderes, sus políticas, sus declaraciones… no son homologables en ninguna democracia liberal mínimamente consolidada que se precie. Eso no es una novedad.
Lo dramático para España es que siete años después de que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y los jueces lograran derrotar a ETA (nadie más lo hizo), el Estado y la sociedad civil hayan fracasado en deslegitimar y anular políticamente personajes abyectos para la historia como Otegui, Barrena, Izko o Abaurrea. Al contrario, siete años después de la presunta derrota de ETA, Otegui es considerado como “artesano de la paz” y Barrena es un distinguido europarlamentario. Nunca una victoria resultó tan amarga para la democracia y el Estado de Derecho.
Pero más dramático aún es el hecho de que el partido que ostenta la responsabilidad de formar el Gobierno de España haya logrado blanquear y legitimar políticamente el proyecto de Batasuna, Bildu, Barrena y Otegui. Los socialistas navarros, con el beneplácito de Ferraz y de la propia Moncloa, consideran legítimo gobernar Navarra con aquellos que decoraban sus casas con anagramas de ETA, aplaudían el asesinato de sus vecinos, señalaban a sus compañeros de corporación antes de ser asesinados y siguen homenajeando a los terroristas desde las instituciones públicas que gobiernan.
En tiempos de recuperación de memoria histórica en España, resulta sorprendente que el Partido Socialista Obrero Español haya olvidado con semejante rapidez quién sembró de auténtico terror las calles del País Vasco y Navarra hace apenas dos lustros.
Por Fígaro.