“La pérdida de la libertad, la tiranía, el maltrato, el hambre habrían sido más fáciles de soportar sin la obligación de llamarlos libertad, justicia, el bien del pueblo […] Las mentiras por su propia naturaleza parcial y efímera, se revelan como tales cuando se enfrentan con los esfuerzos del lenguaje por descubrir la verdad.”
– Aleksander Wat, Mi siglo
“(sobre los bolcheviques) eran como una raza humana completamente distinta cuyos reflejos y respuestas no tenían ningún sentido.”
– Sándor Maárai, Memoir of Hungary
La gran virulencia del siglo XX dejó unas importantes cicatrices históricas y morales a lo largo y ancho del continente europeo sin las cuales es imposible entender nuestra compleja identidad común. Tras el suicidio colectivo que supuso la Primera y Segunda Guerra Mundial, Europa quedó partida en el tablero global como dos bloques que iban a configurar la Guerra Fría. Un telón de acero, como iba a bautizarlo de forma célebre Winston Churchill, se iba a extender durante la década de este a oeste por el continente separando de una forma física y clara la Europa liberal de la Europa sometida al yugo comunista. Una herencia trágica que la historiadora americana Anne Applebaum, premio Pulitzer por su libro Gulag y que recientemente ha publicado el duro pero de necesaria lectura Hambruna Roja, aborda de manera holística en su magnífico libro El telón de Acero. La destrucción de Europa del Este, 1944-1956 (Debate).
El libro arranca con el final de la Segunda Guerra desde la óptica rusa explicando los éxitos militares de Stalin, pese a las enormes bajas humanas del Ejército Rojo, y las maniobras que le permitieron pese a comenzar la guerra pactando con Hitler a través del acuerdo Molótov-Ribbentrop de 1939; después conseguirá un puesto destacado entre los miembros de la Alianza. Tras la conferencia de Yalta, los soviéticos ocuparán hasta ocho países europeos, una ocupación que para este conjunto de naciones significarán una ruina moral, social y económica durante los años siguientes. En muchos casos, a este proceso de desintegración humana se unirá un fuerte proceso de aniquilación nacional.
Una de las tesis clarificadoras del libro es el hecho incontrovertible de que la Guerra Fría, de marcado acento ideológico, fue una contienda inevitable; los planes de Stalin eran claros. La empresa de Terror del líder soviético no fue ajena para los grandes estadistas del momento, empezando por George Kennan o el propio Churchill, de los primeros en advertir de forma clara de los enormes peligros que suponía la Unión Soviética para lo que hoy asociamos a un orden social liberal.
El análisis de este complicado mosaico de regiones está organizado por temáticas más que por su eje cronológico. Applebaum articula su relato apoyándose en cada uno de los elementos que permiten tener una visión global del periodo (política, economía, limpieza étnica, la gran purga, entre otros). De esta forma el libro se lee como quien desgaja una mandarina. De forma muy accesible, el libro recupera la memoria de qué significa vivir bajo un régimen comunista y las trágicas consecuencias de su implementación práctica. Se nos describen las hambrunas que siguen a la colectivización de la tierra, o la angustia y el terror que surge en cualquier sociedad cuando las Leyes son sustituidas por la Cheka. En definitiva, un sistema diseñado para desactivar moralmente a los hombres y alentar a su destrucción o muerte, y en el mejor de los casos dar paso al “homo sovieticus”.
Borís Pasternak escribió en su clásico El doctor Zhivago: “Así que era necesario enseñar a la gente a no pensar y no formarse opiniones, obligarla a ver lo que no existía y sostener lo contrario de lo que resultaba obvio para todos.”
Los capítulos están salpimentados de experiencias en primera persona tejidos en la propia historia, lo que dota al libro de elementos narrativos propios de la ficción y facilita su lectura. Apppleblaum, que podríamos enmarcarla dentro de la corriente liberal-conservadora, no rehúye realizar un severo juicio moral al stalinismo apoyada en todo momento por argumentos de peso, pruebas o fuentes de archivo. Cómo en otros de sus libros, las fuentes son ricas y alternan los archivos con memorias y diarios.
Un magnífico libro de divulgación sobre la compleja historia de la Europa del siglo XX. Una historia que no es una, sino varias; una historia relativamente reciente e imprescindible para entender los muy variados perfiles nacionales que configuran el cuadro Europeo. Por otro lado, una obra que permite aproximar de manera muy accesible la tragedia que supuso la Revolución Rusa y el cáncer que supuso su expansión por todo el mundo.
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