viernes, 7 de diciembre de 2018

Juan Carlos I, Rey de España


Con ese nombre y ese título empieza el texto de la Constitución Española de 1978, iniciando un párrafo que dice: “A todos los que la presente vieren y entendieren, sabed que las Cortes han aprobado y el Pueblo español ratificado la siguiente Constitución”. El texto constitucional lleva las firmas de Antonio Hernández Gil, presidente de las Cortes, de Fernando Álvarez de Miranda, presidente del Congreso de los Diputados y de Antonio Fontán Pérez, presidente del Senado. Todas ellas están encabezadas por la firma de Juan Carlos I, Rey de España, a la que sigue una requisitoria: “Mando a todos los españoles, particulares y autoridades, que guarden y hagan guardar esta Constitución como norma fundamental del Estado”.
El cuarenta aniversario de su nacimiento la Constitución española nos viene a recordar, entre otras muchas cosas, el carácter de intima proximidad que existe entre su texto y el Jefe del Estado que la promulga y rubrica, el Rey Juan Carlos I. No tanto ni únicamente porque ese fuera su obligación institucional sino, sobre todo, porque el camino que hacia la Constitución condujo seria incomprensible sin las acciones, decisiones e impulsos que el Rey adoptó para hacerla posible. Y con ella, abrir el período mas largo y fructífero de democracia y prosperidad que España haya conocido en gran parte de su historia.
Juan Carlos I llegó al trono heredando los poderes absolutos que Francisco Franco le había otorgado en las leyes de sucesión a la Jefatura del Estado, poderes a los que inmediatamente renunció para abrir un proceso de normalización democrática sin precedentes en la historia patria y pronto motivo de admiración y seguimiento por todos aquellos que en el mundo habían hecho de la democracia liberal su aspiración. Bajo los primeros tiempos de su reinado fueran legalizados los partidos politicos, firmados y ratificados los textos universales sobre los derechos humanos, normalizadas las relaciones diplomáticas con la comunidad internacional, amnistiados los delitos de índole o inspiración política que habían sido penados bajo la dictadura y establecido un marco previsible de comportamiento económico en el marco de la economía social de mercado.
La Monarquía parlamentaria que la Constitución de 1978 establece ha garantizado como pocas veces, si alguna, en la historia de nuestro país la igualdad y la libertad de los españoles y en su promoción y defensa Juan Carlos I supo demostrar visión de futuro, generosidad y cuando fue necesario valentía y arrojo. Esa Monarquía garante de nuestras libertades, que en la estela de su padre tan excelentemente encarna el Rey Felipe VI, seria incomprensible sin la aportación de todos los que hicieron posible el texto constitucional, encabezados y guiados por el Rey Juan Carlos I. Cuatro décadas después, cuando la nación celebra los fastos que la conmemoración merece, un lugar de honor debe ser reservado para la figura que más que ninguna otra la hizo posible, Juan Carlos I, Rey de España.
Por Fígaro. 

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